El azafrán constituido por los estigmas
unidos o no al estilo de la flor del Crocus sativus Lin. Constituye la
especia cuyo mercado mundial ha sido y es liderada por España no sólo a nivel de
producción sino también a nivel de exportación.
Aún siendo desconocido el origen de la palabra <<azafrán>> es muy similar su
denominación en distintas lenguas habiendo sobrevivido sin casi alteración en
árabe (záfaran), inglés (saffron), francés (safrane), italiano (zaferano),
hindú, griego, etc. Del mismo modo que se ha mantenido su expresión idiomática,
se ha mantenido a lo largo del tiempo su modo de cultivo, de recolección, de
monda y de secado como se puede comprobar en frescos encontrados que datan de
1600 a.C. Ello determina que continúa siendo un cultivo en el que la mano de
obra es un factor económico decisivo para su producción y en la determinación
del precio. Mano de obra que interviene en la recolección individual de cada una
de las flores que levantan 15 cm del suelo, y en la monda individual de cada
flor para obtener los estigmas unidos al estilo y separados del resto de
elementos florales.
Existen referencias del azafrán que
datan del año 2300 a. C. A partir de esta fecha son variadas y diversas las
referencias sobre su uso en ritos y ceremonias religiosas, en medicina, en la
gastronomía, etc.
Esta valoración especial unida a lo determinante de la mano de obra en su
proceso de elaboración, es causa de su elevado valor económico. Aunque 0,5 kg de
azafrán ya no cuestan más que un caballo, continúa siendo la especia más cara
del mundo; siendo su valor superior en cinco veces al de la vainilla y cerca de
30 veces del cardamono. El azafrán por su alto valor económico se ha denominado
<<oro rojo>> habiendo sido objeto de muy diversas adulteraciones y
falsificaciones aprovechando su nombre y su valor.
El azafrán es cultivado en España desde hace más de 1000 años, teniendo un gran
arraigo y tradición siendo exportado a prácticamente casi todos los países del
mundo. El azafrán ha constituido el ahorro para muchas familias de la Mancha
durante el siglo XX y ha paseado el nombre de esta zona por todos los países del
mundo, ganando prestigio y fama por su indudable calidad, fruto del tamaño de su
hebra, de sus características organolépticas (color, sabor y olor) y del esmero
en su elaboración (recolección, monda y secado).
Son las estadísticas de
exportación de España las que proporcionan una idea más exacta de
las dimensiones del mercado internacional del azafrán. El estudio
del Centro de Comercio Internacional UNCTAD/Gatt señala que en el
período de 1976-1980 el mercado mundial del azafrán oscilaba entre
30-50 Tm por un valor próximo a los 15 millones de dólares.
Durante la década de los 90 los principales países productores de
azafrán serían España, Irán, Grecia, Marruecos e India. Ello
determina que además de las cantidades exportadas desde España
podrían existir en el mercado internacional unas 20 Tm de azafrán
que entrarían en competencia directa con el azafrán español en base
sobre todo a su menor precio. Se podrían estimar que como máximo, en
los momentos actuales, unas 50 Tm son objeto de comercio
internacional por un valor ligeramente superior a los 50 millones de
dólares y que supone la recolección de más de 10000 millones de
flores cultivadas en más de 500 Ha. Estas son las magnitudes del
azafrán que en el contexto mundial hacen referencia a España.
Alrededor del 40-50% del volumen del comercio mundial corresponde a las
cantidades exportadas por España. Exportación de azafrán que hace cerca de 100
años ascendía a un valor muy próximo al de las naranjas según datos de la
Dirección General de Aduanas y por unas cantidades que oscilaban alrededor de
los 80000 kg. Exportación que a principios del siglo XX representaba cerca del
80% de la producción y que era enviada a países tan lejanos como la India o
Rusia.
Cantidades y valores que quedan muy lejos no sólo en el tiempo de la situación
actual. En los últimos años, el valor exportado desde España, según datos de la
base Estacom del ICEX, ha oscilado entre 2000 y 2500 millones de pesetas,
ligeramente inferior a los 3000-3200 millones de pesetas alcanzado a finales de
los ochenta. Las cantidades exportadas han oscilado entre las 20-22 Tm, valores
muy próximos a los datos de producción facilitados por el MAPA.
Del total exportado desde España alrededor del 70-75% corresponde a azafrán en
hebra siendo el resto azafrán molido (producto obtenido por molturación de los
estigmas unidos o no al estilo). El valor medio del kilogramo de azafrán
exportado considerando precios FOB ha oscilado entre las 8.500 ptas/kg y las
105.000 ptas/kg. Las exportaciones españolas se dirigen a más de 50 países
diferentes distribuidos en los cinco continentes.
Las exportaciones con destino a los países del Golfo Pérsico significan entre el
40-50% en peso del total exportado en hebra (algo menos si es en valor). El
segundo gran destino de azafrán en hebra son EEUU y Canadá que representan en
conjunto el 20-25% del total sea en peso o en valor. A la UE-12 se exportó entre
un 10-13% en peso y a los países del ASPAC se envía entre un 10-12% del azafrán
de hebra.
Las exportaciones españolas de azafrán molido se concentran en los países
europeos ya que entre la UE-12 y los países de la EFTA representan más del 90%
en peso. Dentro de ellos destaca Suiza, Suecia e Italia que significan en
conjunto entre el 60-70% en peso y predominando en sus envíos la denominación
Mancha.
El sector exportador de azafrán está constituido por empresas pequeñas, de
carácter familiar, con escaso nivel tecnológico, con escaso desarrollo en las
formas de presentación y envasado, tradicionalmente exportadoras que suelen
enviar casi exclusivamente esta especia, siendo perfectamente conocedora de los
canales de compra y de distribución. El sector exportador de azafrán presenta un
elevado grado de concentración empresarial y cierta concentración geográfica con
reducido peso de la zona productora. A pesar de ello, la competencia en mercados
exteriores es a veces excesiva. Competencia que suele ser vía precios en
detrimento de la calidad y favorecido por la ignorancia del consumidor.
Las importaciones de azafrán han sido nulas o simbólicas hasta 1988, adquiriendo
a partir de 1989 valores cada vez más significativos hasta alcanzar los 900
millones en 1994. importaciones causadas por el diferencial de precio entre el
azafrán español y el de otros orígenes así como por la disminución de la
producción española.
Importaciones que provienen básicamente de Irán y Grecia con cantidades
testimoniales de Marruecos e India. Estas importaciones en el caso iraní tienen
un precio medio de aproximadamente la mitad del azafrán español.
El aumento de las importaciones ha determinado que la tasa de cobertura de las
exportaciones por las importaciones haya pasado, en valor, del 13% en 1990 al
42% en 1994. Esta evolución pone en peligro la producción nacional y puede
llegar a significar una pérdida de identidad del azafrán español como
consecuencia de la libre circulación de mercancías en la UE-15 y de la ausencia
de normativa sobre la calidad del azafrán en la mayoría de los países europeos.
El
azafrán es una especia o producto líder no sólo por su intrínseco valor
económico sino también por su enorme significación cultural, gastronómica e
incluso religiosa en muy diversos países.
Es una especia cuyo cultivo, recolección, monda, secado y envasado ha
evolucionado muy escasamente requiriendo mano de obra para realizar las
distintas fases, condicionando su precio final y causando unas diferencias
competitivas por el coste de esta mano de obra. Ello, sobre todo, desde 1988 ha
cuestionado la posición de liderazgo mundial de España como principal país
productor y exportador. Posicionamiento alcanzado en base a la calidad del
azafrán español.; siendo conocidas sus denominaciones en el mundo entero y
constituyendo un patrimonio de indudable valor.
Frente a este estancamiento en las labores de producción y comercialización, la
normalización de la calidad del azafrán ha avanzado en la cuantificación de
determinados parámetros por métodos espectrofotométricos e incluso
cromatográficos. La valoración instrumental
de la calidad de azafrán ha avanzado en los últimos años intentando evitar la
evaluación subjetiva de la características organolépticas que permitía
tradicionalmente diferencia los azafranes no sólo por su país de origen, sino
incluso por la localidad geográfica en que había sido cosechado.
El azafrán español debe plantearse una estrategia de cambio para continuar
siendo competitivo en base a una adecuada relación calidad-precio. Posee la
mejor calidad conocida y reconocida de azafrán a nivel internacional aunque haya
sido desde siempre objeto de mezclas, adulteraciones y falsificaciones, pero su
precio es más elevado por el mayor coste de la mano de obra en nuestro país que
en los competidores.
La estrategia de futuro debe basarse, por un lado, en destacar aquellos
elementos diferenciadores del azafrán español y por toro, en la reducción de los
costos de cultivo y de manipulación, manteniendo y mejorando el cultivo y la
rentabilidad del agricultor.
Para destacar aquellos elementos diferenciadores del azafrán español, y a tenor
de la evolución de la normativa, parece razonable avanzar en la valoración de
las características físicas (longitud de la hebra, del estigma y del estilo),
así como en la valoración de las características químicas que definen las
calidades del azafrán. La picrocrocina, la crocina y el safranal son los tres
pigmentos que caracterizan básicamente el color y el aroma del azafrán. Los tres
pigmentos son cuantificados en la ISO 3632 de diciembre de 1993 para diferenciar
calidades mediante espectrofotometría UV-VIS de una solución acuosa.
Estudios recientes contribuyen a diferenciar el azafrán español de otros
orígenes mediante una cuantificación analítica más exacta de los pigmentos
característicos del azafrán.
El
Crocus sativus pertenece al orden de las Liliáceas, familia de las
Iridáceas.
El
Género Crocus cuenta con unas 75 u 80 especies, unas 40 localizadas en Europa.
Las principales características de la especie Crocus sativus son:
Es
una planta herbácea, perenne, con una altura normal de 10 a 25 cm que en algunas
áreas, debido a factores ambientales puede sobrepasar los 50 cm. Su color es
verde.
Posee un bulbo sólido de 2,5 a 3 cm de diámetro. Posee una yema terminal o
apical y frecuentemente otra lateral que dan origen a las hojas. El bulbo se
halla recubierto por una túnica reticulada de ásperas fibras de color terroso o
marrón claro. Se le conoce vulgarmente con el nombre de “cebolla”.
Las hojas parecen nacer del bulbo, envueltas en su base por unas vainas; son
lineraes, casi cilíndricas, erectas, de color verde oscuro y marcadas
longitudinalmente con una banda blanca en su cara interna y una nervadura en su
parte externa. El número de hojas, agrupadas en manojo, oscila entre 6 y 10; su
anchura suele ser de unos 2 mm y su altura sobrepasa la de las flores, pudiendo
alcanzar y superar los 30 cm conforme se ala calidad de la planta. Hojas y
flores nacen generalmente al mismo tiempo. ya avanzada la primavera estas hojas
se secan. Se las conoce vulgarmente como “cerdas”, “espartín” o “espartillo”.
Las flores suelen ser de 1 a 3 por tallo de la planta, que a su vez puede
constar de 2 ó 3 tallos. La flor consta de 6 pétalos de color violáceo.
Los estigmas destacan en la concavidad de la flor en número de 3, de color
amarillo rojizo o anaranjado; 3 a 4 cm de largo, que una vez desecados quedan
reducidos a 2 cm. Finísimos en su base, devienen progresivamente más gruesos
hasta alcanzar en su extremidad unos 2 mm; son por lo general acanalados y
rematados en forma de maza o pequeña trompa. El estigma seco posee una intensa
fragancia y constituye lo que se denomina puramente azafrán. Comúnmente se los
conoce como “clavos del azafrán”.
Al conjunto de la flor se la denomina “rosa del azafrán”.
Recordemos cinco variedades. El azafrán de Italia presenta filamentos de 3-4 cm
de largo, estigmas anchos en el extremo, en forma de trompeta, grandes, de color
rojo brillante, un poco grasientos. Es muy aromático y tiño pronto el agua.
El azafrán de España presenta filamentos más largos y delgados que el anterior,
menos grasientos, más secos, fáciles de romper, el color poco brillante y sabor
ligeramente amargo.
El azafrán de Francia tiene filamentos largos, elásticos, anchos, de color que
varía entre el rojo vivo y el rojo oscuro, sabor ligeramente amargo.
El
azafrán de Austria se caracteriza por tener filamentos iguales al italiano, muy
aromático, de color rojo pardo y sabor agrio.
El
azafrán de Oriente o de Persia tiene filamentos gruesos y poco aromáticos.
El
azafrán tiene su origen a nivel orgánico en un bulbo que inicia su ciclo de
desarrollo a partir de su condición como meristemo encontrándose en estado de
reposo, durante el cual no tienen lugar ni la división ni la diferenciación
celulares.
El
bulbo del azafrán es un órgano subterráneo, provisto o rodeado de túnicas que lo
protegen contra la excesiva pérdida de agua y contra posibles lesiones de
carácter mecánico.
Según N. Azizbekova y colaboradores, el desarrollo del meristemo de los nuevos
bulbos del Crocus sativus comienza inmediatamente después de la
floración, en noviembre.
En
la base del bulbo materno, las células meristemáticas, a través de múltiples
mitosis, dan lugar a la formación de tejidos embrionales, a partir de los cuales
se obtendrá la constitución de los bulbos hijos.
Esos tejidos embrionales, con capacidad permanente de división celular, inician
el desarrollo de su actividad de forma muy lenta, fase de latencia.
Como resultado de la multiplicación de las células iniciales, se constituyen los
meristemos apicales o primarios, de suma importancia para el crecimiento. A
través de múltiples diferenciaciones posteriores los tejidos meristemáticos
crean el resto de los tejidos del vegetal.
Ya
en la primera composición rudimentaria comienzan a esbozarse los órganos
vegetativos de lo que, con el tiempo, se transformará en una planta. El
caulículo, porción caulinar el embrión, apunta lo que posteriormente se
transformará en el tallo; los primordios foliares, minúsculas yemas embrionales,
muestran el esbozo de los que meses más tarde se habrá convertido en hojas.
De
diciembre a febrero el desarrollo del vástago apical continúa a ritmo lento,
constituyendo el evento principal la iniciación y desarrollo de hojas y raíces.
Si bien la actividad mitótica de los meristemos apicales observa en estos meses
una pauta extremadamente atenuada, es esta actividad la que determina, en
conjunto, la pauta de crecimiento no solamente mediante la formación de órganos
y tejidos de hojas y raíces, sino asimismo propiciando una importante
acumulación de reservas en el bulbo, que serán, en definitiva, las que
determinen su tamaño, calidad de la flor y número de flores. En este hecho
radica la importancia de que para el bulbo representa la adopción de todas la
medidas encaminadas a proporcionar a la planta aquellos cuidados y
requerimientos de que tenga necesidad en esta etapa.
En
el transcurso del mes de marzo se opera en el azafrán la transición del período
vegetativo al generativo, constituyendo este evento uno de los períodos
considerados críticos.
Esta transición comienza caracterizándose por una febril actividad mitótica de
las células, con una gran profusión de divisiones y diferenciaciones que dan
lugar a profundas transformaciones celulares, fase de aceleración.
Pese a que el bulbo ofrece la impresión de hallarse en estado de reposo, en su
interior está desarrollándose un proceso de vital importancia, con
transformaciones decisivas a impulsos de la activación de unos mecanismos cuya
línea de actuación está fijada genéticamente y cuyo colofón va a suponer la
modelación biológica de la planta así como la conformación morfológica de la
misma.
Según N. Azizbekova y otros durante la transición de la fase de crecimiento
vegetativo al generativo tiene lugar el cambio más significativo en la
diferenciación del ápice.
Los meristemos vegetativos, emplazados en el centro y ápice del bulbo, efectúan
su transformación convirtiéndose en brote floral y brotes de raíces.
Al operarse la transición de uno a otro período se produce un apreciable aumento
en el consumo de energía a todos los niveles. La formación de tejidos jóvenes
incrementa notablemente el ritmo respiratorio con el consiguiente aumento de
transpiración., lo que conlleva a unas exigencias superiores de agua por parte
del vegetal; de ahí que si las precipitaciones a finales de marzo no se
producen, o tienen lugar en exiguas proporciones, se haga preciso regar a cuba.
De
abril a junio, según N. Azizbekova y otros, la actividad mitótica del azafrán
decrece durante el período de formación de los órganos generativos que, no
obstante, continúan diferenciándose hasta el mes de agosto.
Al llegar abril los nuevos bulbos están completamente formados, no
experimentando ya ningún aumento, ni en peso ni en grosor.
Las hojas finalizan por secarse, segándose para su aprovechamiento como forraje
para el ganado o abandonándolas sobre el terreno.
En
el transcurso de estos meses el bulbo permanece en estado latente. Con la
llegada de las altas temperaturas se produce la entrada del vegetal en una fase
de ralentización. Su actividad se reduce progresivamente hasta cesar casi por
completo. El azafrán entra en la fase que se conoce como reposo, dormición o
letargo.
A
últimos del mes de agosto la planta despierta de su letargo, reanuda sus
actividades metabólicas con normalidad, identificándose de nuevo con su medio e
integrándose en ese engranaje que forman, su estrecha relación, suelo, planta y
clima.
Del bulbo surgen nuevos tallos, con las hojas envolviendo a los mismos. Las
yemas embrionales se transforman en verdaderos órganos florales; se está
produciendo el principio del fin de un proceso, el de floración, cuya
culminación será la presencia exterior de la flor, cuya iniciación tuvo lugar
durante la transición de la planta del período vegetativo al reproductivo,
programado genéticamente al igual que los anteriores, y condicionado por
factores tanto endógenos como exógenos. En el primer caso con las hormonas de
crecimiento vegetal como protagonistas y en el segundo caso, por la luz,
temperaturas y humedad preferentemente.
Se define un período crítico que no es sino la barrera de horas de luz
necesarias para que la planta florezca, rebasada la cual la planta de días corto
como el azafrán no florece. Teniendo en cuenta las características inherentes al
azafrán, latitudes en que se hallan situados sus cultivos, fechas en que
florece, capacidad de absorción de luz por parte de sus órganos y su condición
de planta de día corto, puede situarse su período crítico de floración en unas
doce horas y media de oscuridad mínima, o lo que es lo mismo, con unas
exigencias máximas de luz cifradas en unas once horas y media, sobrepasadas las
cuales la planta permanecerá en estado vegetativo.
La temperatura óptima para la floración del
azafrán puede situarse en valores que oscilan entre 10 ºC y 15 ºC.
Se
realiza únicamente por vía agámica puesto que las plantas cultivadas son
estériles. El fenómeno se debe al propio origen del azafrán, es decir, de
híbrido triploide entre dos especies próximas al Crocus sativus. Se
recurre al bulbo tubérculo que por definición es la base engrosada de un eje
caulinar compacto, con nudos e entrenudos diferenciados, contenido en hojas
escuamiformes más densas de lo normal. El cuerpo del bulbo – tubérculo está
formado por tejidos de reserva. Las hojas basales secas se quedan en los nudos y
forman una especie de protección contra la deshidratación y los daños mecánicos
llamada envoltura. En el extremo superior del bulbo la yema terminal vegetativa
encontramos en los bulbos – tubérculos más grandes algunas yemas laterales que,
en caso de que la principal no pueda desarrollarse por cualquier motivo, pueden
dar origen a talluelos florales.
Los bulbos para la plantación se toman de un cultivo preexistente que haya
llegado al final del ciclo, en la fase de mengua vegetativa, desde julio hasta
mediados de septiembre. Se hace una selección y los preseleccionados, que son
los de diámetro de 30-40 cm son liberados de las hojas y de la envoltura externa
seca, de forma que queda brillante la interna. Luego se efectúa la plantación
pero, si por causas adversas no se realiza de inmediato, se pueden conservar
fácilmente los bulbos en locales húmedos y aireados.
Muy pronto se originan dos brotes, protegidos por tres o cuatro capas de
envoltura, que luego sobresalen del terreno y liberan un manojito de 10-12
hojas. Hacia la segunda quincena de octubre aparecen las flores, que en un
período de doce horas se abren completamente y adoptan el aspecto de campanas.
La actividad vegetativa se detiene en la estación invernal para luego continuar
con particular vigor hacia finales de marzo. Desde la base de los brotes se
forman los bulbitos, que se engrosarán con el tiempo. este proceso tiene lugar
primero a expensan del bulbo madre, y seguidamente gracias a los elaborados de
las hojas. Por lo tanto, la propagación tiene lugar naturalmente, por
fragmentación del bulbo madre.
La
planta soporta temperaturas rigurosas, con valores que oscilan entre 35-40 ºC en
verano y –15 ºC ó –20 ºC en invierno, referidos al medio ambiente, ya que las
temperaturas propias del suelo varían ostensiblemente. No obstante, valores del
orden de –15 ºC ó –20 ºC si coinciden con períodos críticos del vegetal pueden
ocasionar serial alteraciones en el bulbo, repercutiendo sensiblemente en los
rendimientos finales de producto.
Las necesidades hídricas se estiman en unos 600-700 mm de agua anuales. Se
asegura que dos precipitaciones copiosas al año coincidentes con los períodos de
diferenciación y floración, pueden ser suficientes para abastecer los
requerimientos hídricos de la planta.
Existen precedentes de experiencias llevadas a cabo en fincas de regadío, en las
cuales se ha puesto de manifiesto que dotando al cultivo de medios adecuados,
mecanizándolo hasta los límites en que el mismo lo permite, se han obtenido
rendimientos equiparables a los producidos por otros cultivos hortícolas.
El azafrán agota temporalmente el terreno para el propio cultivo, pues es cierto
que una vez levantado el azafranal es aconsejable dejar transcurrir 10 ó 12 años
antes de volver a plantar azafrán en esos terrenos, si bien pueden ser
utilizados para otros como cereales o leguminosas.
El
suelo que con arreglo a la evidencia mejor ha respondido a las exigencias de la
planta ha sido, preferentemente, aquel caracterizado por su textura calcáreo –
arcillosa, con un contenido en caliza en torno al 40-50%.
El suelo debe de ser profundo para evitar la compactación y con el objeto de
permitir el almacenamiento de agua, aspecto fundamental tratándose de climas con
bajos índices pluviométricos. 60-70 cm suele ser una profundidad apropiada.
Deberá ser un suelo equilibrado en materia orgánica con el fin de reducir los
riesgos de erosión a que se hallan expuestos no pocos suelos dedicados a este
cultivo. Con un contenido del 1,5 al 2% de materia orgánica pueden obtenerse
buenos rendimientos de azafrán.
El
terreno deberá presentar un relieve lo más plano posible y una orientación hacia
el sur para obtener el máximo beneficio de la radicación solar. Sería
aconsejable además, que el emplazamiento del terreno destinado al cultivo de
azafrán se hallara en lo posible al abrigo de los vientos ya se incrementa la
ETP del cultivo.
No se debe cultivar en suelos de pendientes pronunciadas por los fenómenos
erosivos que en ellos se pueden dar. Además es conveniente que en los tres años
precedentes a la plantación de azafrán los terrenos de cultivo no hayan estado
ocupados por cultivos como alfalfa, remolacha, patata, zanahoria, trébol, nabo y
otras plantas de especies afines, sometidas a padecer enfermedades que resultan
comunes al azafrán.
Si
se trata de un suelo que no haya soportado cultivo alguno con anterioridad es
aconsejable efectuar una cava superficial de 10-12 cm de profundidad entre
diciembre y febrero, cuya finalidad es preparar el suelo antes de realizar la
labor principal o arada profunda.
Los objetivos perseguidos con esta labor
son los de romper la costra superficial u horizonte endurecido que suelen
presentar estos suelos, erradicando el material vegetal que sirve de cobertura a
los mismos, troceando este material para incorporarlo posteriormente al suelo
como materia orgánica. Simultáneamente a esta labor, si el suelo es pedregoso,
se impone la necesidad de despedregarlo.
Con posterioridad a esta operación de limpieza será preciso incorporar al suelo
el material vegetal acumulado, que no es aconsejable enterrar a una profundidad
superior a 12 cm.
La
labor principal debe ser llevada a cabo correctamente pues puede significar, si
no se hace bien, una merma del 10% de la cosecha. La operación consiste en una
aradura profunda, entre 35-40 cm, siempre en función de las propiedades de que
se halle dotado el suelo para la retención de agua. Una de las finalidades de
esta labor es la de preservar al suelo contra la erosión causada por agentes
atmosféricos. Otra finalidad consiste en mullir la tierra favoreciendo con ello
la infiltración del agua y contribuyendo con ello a incrementar las reservas del
suelo; esto coadyuvará a evitar, llegado el período de sequía, la formación de
concentraciones más o menos densas de sales, perjudiciales para el azafrán.
Conseguiremos asimismo mantener aireado el suelo.
Esta labor principal se suele llevar a cabo en marzo o abril para recoger las
lluvias propias de estos meses, pero se ejecuta igualmente en mayo o junio,
precediendo a la plantación de los bulbos y siempre que el suelo presente las
condiciones necesarias para recibirla.
Tradicionalmente esta labor se realiza con arado de vertedera. En suelos calizos
este deberá ir provisto de una reja de formón, que facilite el corte de la
tierra en mejores condiciones.
Una vez efectuada la plantación de los bulbos, aproximadamente un mes después,
es conveniente dar una cava de 10-12 cm de profundidad si se observa que el
terreno denota la presencia de malas hierbas como resultado de la remoción de la
tierra al ejecutar la plantación. Efectuarla con tacto para no dañar los bulbos.
En
septiembre hay que aplicar una bina superficial entre surcos con la finalidad de
quebrar la costra superficial que se forma a la salida del verano, mullir y
airear el mismo y eliminar las malas hierbas.
En
octubre, unos días antes de la floración, es aconsejable dar una ligera cava
para mullir la costra de la superficie y permitir la floración de la planta sin
problemas. Diez o doce días después de la recolección de la flor del primer año,
en octubre o noviembre, según regiones, es conveniente llevar a cabo otra cava
superficial, entre surcos, con idéntica finalidad que las anteriores.
En marzo o abril, una vez transcurrido el período de heladas, se siega el
espartillo, que se aprovecha como forraje para el ganado.
En
mayo se hace necesario practicar otra bina, distribuyendo y enterrando el abono
que haya de aportarse al suelo, bina que hay que repetir en junio. Es
conveniente mantener el suelo en todo momento libre de vegetación adventicia.
Durante los meses de verano se efectúan binas muy superficiales tendentes a
evitar costras en la superficie del suelo.
En
septiembre se aplica otra ligerísima cava para facilitar, como el primer año,
una eficiente afloración de la planta, rastrillando y alisando el suelo en
octubre.
Después de la recolección de la flor del segundo año, hay que repetir estas
operaciones en el transcurso del tercer año. Llevada a cabo la recolección de la
flor del tercer año es aconsejable levantar el azafranal, operación que
acostumbra a ser efectuada en mayo o junio.
Puede prolongarse el cultivo un cuarto año, pero es preciso advertir que los
rendimientos que se obtienen son tan exiguos que en ninguna circunstancia
compensan las labores que es preciso aplicar al terreno para obtenerlos.
Lo bulbos que se cosechan deben ser cuidadosamente limpiados, retirando la
tierra y otros restos vegetales que a ellos se encuentran adheridos,
seleccionando y conservando aquellos que por su tamaño y calidad muestren
mejores propiedades para una próxima plantación.
Para el almacenamiento de los bulbos se precisan locales ventilados, con una
temperatura de 5 ºC y una humedad relativa del 70-80%. No hay que amontonar
éstos, sino extenderlos en capas de unos 20 cm.
Previamente a la plantación es recomendable someter los bulbos a un tratamiento
con algún fungicida y mantenerlos durante una semana o más a una temperatura de
35 ºC. este proceso suberiza las posibles heridas y ayuda a combatir, en otros
bulbos, la infección de fusarium.
El
terreno debe estar perfectamente mullido, ligeramente húmedo pero no mojado. La
temperatura del suelo deberá ser cálida en el momento de llevar a cabo la
plantación, con valores entre 25 y 35 ºC.
La
profundidad de la plantación tiene su importancia. Una variación de 5 cm en una
zona expuesta a la acción de persistentes o rigurosas heladas puede influir en
la fisiología del bulbo.
Se suelen plantar en surcos, con un clima sumamente seco como el que soportan
las regiones en las que habitualmente tiene lugar el cultivo de azafrán, esta
modalidad permite un mejor aprovechamiento de la humedad.
La
separación entre surcos suele oscilar entre 25 y 30 cm de forma que quede
espacio suficiente entre ambos para asentar bien los pies y permitir las labores
propias del cultivo.
La profundidad del marco suele ser del orden de 12 a 15 cm conforme a
condiciones de clima y suelo de cada zona. La separación entre bulbos viene a
ser de unos 10 cm con dos hileras por surco, separadas entre sí por unos 8-10
cm.
La
operación se siembra se realiza manualmente. Se pueden cifrar unos 30 bulbos por
metro cuadrado lo que nos daría una densidad de plantación de unos 300000 bulbos
por ha, con un peso aproximado de 4500 a 6000 kg en función del tamaño y peso de
los mismos.
La
época para realizar la plantación varía según las zonas climáticas pero de modo
general los meses más favorables son los de mayo y junio, ya que es en el
transcurso de esos meses cuando las condiciones de suelo y clima muestran
valores más óptimos para llevarla a cabo.
Resulta aconsejable la incorporación de estiércol al suelo con tres meses de
antelación, como mínimo, a las fechas en que se tenga previsto efectuar la
plantación de bulbos. Su distribución será uniforme sobre el terreno (esto
último es muy importante pues repercute directamente en el rendimiento final del
cultivo).
Todas la evidencias indican que el azafrán se caracteriza por unas reducidas
necesidades de abonado, fundamentadas en el hecho de que su bulbo se halla
genéticamente muy bien dotado de elementos de reserva y equilibrado de
sustancias activas.
Las cantidades de estiércol a aplicar serán de 12000 a 20000 kg/ha. Aplicables
como mínimo tres meses antes de la plantación de los bulbos.
N.
De 40 a 50 ud/ha en forma de sulfato amónico.
P.
De 80 a 100 ud/ha en forma de superfosfato de cal.
K.
De 100 a 120 ud/ha en forma de sulfato de potasa.
Estas dosis son las establecidas para el primero y segundo año de cultivo. En el
primer año deben aplicarse 20 ó 30 días antes de la plantación de los bulbos. En
el segundo año deben aplicarse, según mes de floración y régimen de lluvias, en
septiembre u octubre, unos 20-30 días antes de la previsible aparición de la
flor.
El tercer año de cultivo, puede o no aplicarse abonado. Una gran mayoría de
agricultores no lo lleva a cabo. Si se realiza, tanto las dosis como la época de
abonado son las mismas que para el segundo año.
El
azafrán es una planta con unas exigencias limitadas de agua. Se trata de un
vegetal perfectamente adaptado, desde hace siglos, a climas secos, rozando en
ocasiones situaciones límites, que depende, casi exclusivamente, del agua
procedente de las precipitaciones.
La gran riqueza en materias de reserva de que se halla dotado genéticamente el
bulbo, la escasa superficie de sus hojas y las especiales condiciones en que la
planta lleva cabo el proceso de fotosíntesis, unido al carácter de los suelos en
que se desarrolla habitualmente el cultivo del azafrán, con predominio de
materiales calizos y arcillosos, con una capacidad de retención de humedad de 2
a 3 mm/cm de profundidad y una permeabilidad de 6 a 9 mm/hora, determina que un
régimen de precipitaciones producido en circunstancias consideradas normales,
sin espacios de tiempo de sequías prolongadas, resulte suficiente para abastecer
los requerimientos de agua de la planta.
Existen, sin embargo, períodos críticos en que el azafrán se halla sometido o
bajo la influencia de circunstancias muy especiales, se hace precisa la
aplicación de riegos, mediante cuba o cualquier otro sistema.
Los riegos deberán ser copiosos, pero sin producir encharcamiento, y su
aplicación es aconsejable efectuarla a últimos de marzo, primeros de abril,
últimos de agosto, primeros de septiembre y mediados de octubre, previamente a
presentarse la floración.
Se recomienda llevar a cabo los mismos a primeras horas de la mañana o a últimas
horas de la tarde, con cuya medida contribuiremos a evitar pérdidas innecesarias
de agua por evapotranspiración como consecuencia de la influencia de la
temperatura y la acción solar.
Se
debe de observar la temperatura del agua, evitando regar directamente con aguas
procedentes de pozos al ser estas frías y con frecuencia duras. Es más
conveniente trasvasar esta agua a una balsa y cuando ha alcanzado la temperatura
ambiente utilizarla para el riego. Del mismo modo se debe cuidar la calidad del
agua, limpias de vertidos de detergentes y otras impurezas procedentes de los
núcleos urbanos cercanos a los campos de cultivo.
La
más común de las enfermedades y con toda posibilidad la más nociva, es el “Mal
vinoso”, provocada por un hongo del suelo conocido como Rhizoctonia violacea
Tul. Este patógeno ataca al bulbo de azafrán provocando una sucesión de manchas
purpúreas, violáceas o negruzcas que llegan a pudrir el órgano. En el interior
de éste se originan masas escleróticas blanquecinas en principio, salpicadas en
un verdadero amasijo de puntos violáceos y rojizos; el bulbo va progresivamente
ablandándose hasta descomponerse por completo. Los síntomas característicos de
la enfermedad se manifiestan en el bulbo mediante la presencia en el exterior
del mismo de una malla de filamentos violáceos, de color semejante al vino, de
ahí su nombre, y la razón de que a los bulbos afectados se les conozca como
“Cebollas borrachas”. La malla filamentosa va deteriorando gradualmente las
túnicas del órgano, penetrando en su interior y pudriendo totalmente el mismo.
Una vez afectada, la suerte de la planta es cuestión de días.
Exteriormente la infección se detecta rápidamente, al evidenciarse la presencia
de manchas amarillentas en los foliolos y producirse un debilitamiento
progresivo de la vegetación que se torna rala y escasa. Basta tirar de una
planta enferma para comprobar que ésta se arranca con facilidad, al desprenderse
el bulbo carcomido de la corona o cilindro central.
Tratamiento: en nuestros días no se ha logrado conseguir un fungicida que
resulte auténticamente eficaz para combatir el “Mal vinoso” del azafrán. Una de
las razones pudiera hallarse en la profundidad que alcanzan las raíces de esta
planta y las grandes profundidades a que suele sobrevivir el hongo,
inaccesibles, frecuentemente al efecto de los productos fitosanitarios aplicados
para la desinfección del suelo.
Una de las técnicas preconizadas por numerosos autores para controlar la
actividad del hongo sería aquella que se refiere al tratamiento del suelo y de
los bulbos por medio del empleo de vapor o agua caliente. Para aplicar este
método de tratamiento resulta fundamental conocer el grado de temperatura que
resulta letal para el hongo y puede ser, en cambio, tolerable por la planta.
J.R. Christie, por ejemplo, aconseja someter los bulbos a un baño de 30 a 60
minutos de duración, sumergiéndolos en agua a una temperatura entre 46,6 ºC y
48,9ºC, e incluso recomienda agregar medio litro de formol comercial por cada
100 litro de agua.
Sin embargo, frente a la carencia de auténticos medios de lucha que garanticen
la efectividad con Rhizoctonia en el cultivo del azafrán, solamente queda
la facultad de adopción de medidas de carácter preventivo que contribuyan a
limitar los riesgos de la presencia de la enfermedad en el cultivo, como pueden
ser: la plantación de bulbos sanos en terreno sano, es decir, suelos que no
hayan soportado cultivos susceptibles de haber padecido la enfermedad como:
alfalfa, zanahoria, remolacha, rábano, apio, espárrago, etc; el establecimiento
de cultivos mejorantes rotativos una vez cumplido el ciclo del azafrán, como
pueden ser cereales o leguminosas; la desinfección de suelos y bulbos mediante
el empleo de productos adecuados a ese fin.
Ante la presencia de Rhizoctonia la primera medida que se impone es
atajar con la mayor rapidez posible los focos de infección. Si se trata de
plantas aisladas, arrancar estas y quemarlas. Si la enfermedad se ha propagado y
a otras plantas, constituyendo rodales, cavar una zanja cuya profundidad resulte
mayor al plano ocupado por los bulbos en torno al rodal, cuidando de ampliar el
radio de dicha zanja en unos 25 ó 30 cm de anchura como margen de seguridad.
Sea cual fuere la fórmula empleada para destruir los restos vegetales
infectados, se aconseja llevar a cabo la desinfección de todas las herramientas
y utensilios utilizados en la labor antes de volver a emplearlos en el cultivo.
Con posterioridad a la quema resulta aconsejable desinfectar asimismo el suelo.
Se recomienda para ello el empleo de sulfato de carbono, a razón de unos 20 kg/ha
con cal viva, mezclando ésta con la tierra a razón de un tercio de cal por cada
dos de tierra, o mediante tratamiento químico con PCNB, un fungicida que combate
los hongos de suelo en dosis que abarcan, según el nivel más o menos avanzado de
la infección, de 30 a 40 kg/ha.
Entre los productos que se recomiendan para combatir a Rhizoctonia
destacan el PCNB con carácter preventivo aplicado al bulbo o al suelo a razón de
80 kg/ha con antelación a la plantación. Otra aplicación del PCNB es como polvo
mojable del 20% de riqueza aplicado directamente al terreno a razón de 40 kg/ha.
Otros autores recomiendan una tercera posibilidad, PCNB diluido al 30% antes de
la siembra (solución de producto comercial).
Otro producto utilizado es el Benomilo, tanto en preventivos como curativos. El
baño de Benomilo resulta, de hecho, el modo de aplicación más eficaz para la
prevención contra Rhizoctonia en bulbos de azafrán. Las dosis de empleo
son 30 g/hl para bulbos en general.
Mancozeb ejerce su acción preventiva por contacto presentando además muy leve
toxicidad.
Tiran (TNTD). Ejerce eficaz acción preventiva aplicado a la desinfección de
suelos y bulbos. Para la conservación de los bulbos se espolvorean estos con el
producto, o se sumergen en un caldo con una dosis de TNTD de 2,5 kg/hl de
producto comercial.
Captan. Se emplea solo o asociado a otros fungicidas en el control preventivo de
bulbos o de partes aéreas de la planta. La dosis recomendada para el tratamiento
de los bulbos es de 1,5 kg/hl de producto comercial.
Metil-tiofanato. Fungicida sistémico, asociado a un fungicida de contacto como
el Mancozeb aumenta sus propiedades preventivas y curativas.
Tiabendazol. Ejerce su acción protectora tanto en campo como el almacenes. La
aplicación a los bulbos se lleva a cabo bañando estos con anterioridad a la
plantación, en una solución con una dosis de 200-225 cc/hl de producto
comercial.
Otra enfermedad del azafrán es la llamada gangrena seca. Conocida también como
podredumbre, caries, etc., se caracteriza por la destrucción de la médula o
carne de la cebolla enferma, en donde aparecen al principio unas manchas
pardo-negruzcas que se agrandan poco a poco hasta afectar a toda la masa. Está
producida por el hongo Sclerotinia bulborum.
En las plantas se observa una vegetación pobre, con la aparición de tallos
erguidos, lo que se debe a que las hojas (espartillo) no se abren, por lo que el
tallo no puede salir y en su crecimiento hace que la planta enferma sobresalga
de las demás por la altura que alcanza.
La infección se debe al empleo de cebollas
enfermas para efectuar la plantación. De esas cebollas pasa la infección a las
próximas, que enferman también, extendiéndose el mal, finalmente, a amplias
zonas del azafranal.
Como medios de lucha hay que evitar el uso de cebollas que tengan manchas del
tipo de las indicadas y que son fáciles de ver. Cuando el mal aparezca en la
plantación ya hecha, se arrancarán las plantas afectadas y las próximas a ellas,
para quemarlas o destruirlas inmediatamente. En esos suelos no se pondrá
azafranal durante algunos años.
Phoma crocophyla
es otra de las enfermedades a que se halla expuesto el azafrán. Se trata
igualmente de un hongo parásito, responsable de la pudrición del bulbo.
La enfermedad comienza manifestándose con la aparición de manchas claras, de
tonalidades pardas, en la superficie del bulbo. Posteriormente, de forma
gradual, van apareciendo, primeramente en el centro y acontinuación extendiéndose a toda la mancha, unos puntos negros. Se trata
de los picnidios u órganos reproductivos del hongo. Progresivamente, el parásito
va perforando lentamente los tejidos del bulbo hasta consumir la base de éste y
alcanzar su centro. Al final del proceso no resta del bulbo más que una especie
del polvo negruzco.
Este parásito, que sobrevive en los restos de plantas enfermas, permanece por lo
general por espacio de tres años sobre el mismo terreno y se caracteriza por la
facilidad con que se propaga al ser arrastradas sus esporas a otros cultivos a
través del agua de lluvia o de riego, e incluso transportadas adheridas a las
herramientas utilizadas por el agricultor en las labores propias del cultivo.
No se conoce ningún tratamiento específico para combatir este parásito. Como
medida preventiva se aconseja seguir los mismos métodos y aplicar las mismas
técnicas empleadas para la lucha contra Rhizoctonia.
Penicillium ciclopium westline puede atacar a los bulbos determinando en
los mismos una podredumbre de color violáceo – negruzco. Los ataques de esta
micosis se ven favorecidos por la presencia de un ambiente cálido y húmedo y por
lesiones en las envolturas del bulbo. El único sistema de lucha es la
prevención, llevada a cabo sumergiendo el material de propagación en una
solución acuosa de sustancias mercuro – orgánicas o de oxiquinolinas
oftalimidicas.
Otra infección de hongos puede ser provocada por el Fusarium sp. se
manifiesta con desarrollo anormal de las hojas acompañado de clorosis. En cambio
en la base del bulbo se asiste a una degeneración de las células con pérdida de
las reservas nutritivas necesarias para la floración de la planta. De este modo,
se dan descensos de producción que en los casos más graves pueden ser incluso
del 30%.
Topos o “ratillas de campo”. Están considerados como uno de los mayores enemigos
del azafranal, ya que debido a su vida casi subterránea, cavan largas galerías
en todas direcciones, alimentándose de las cebollas, a las que devoran con gran
avidez.
Los daños, por tanto, son numerosos, ya que dejan trozos desprovistos de
vegetación, por haber sido comida la semilla.
La
existencia de topos o ratillas en cualquier azafranal es fácil de apreciar, pues
se verán montoncillos de tierra en las bocas de las galerías que estos roedores
hacen.
Medios de lucha. Colocación de cepos en las bocas de las madrigueras o
excavación de galerías hasta dar con los topos; empleo de gases producidos por
azufre quemado (anhídrido sulfuroso), para lo cual se utilizan unos fuelles de
mano, a los que se echa paja, y una vez encendida se añade el azufre, con lo que
se desprenden humos que salen por el caño de los fuelles y, acercándose a la
boca de la galería, pasan al interior de la misma, asfixiando a los topos.
Conviene tapar las demás bocas, ya que se escaparía el humo por cualquiera de
ellas.
Empleo de cartuchos matatopos, que al quemarlos en la boca de la galería
desprenden gran cantidad de humos asfixiantes, que provocarían la muerte de los
topos.
Colocación de granos de uva con veneno dentro, en las bocas, para que durante la
noche los coman y mueran.
También pueden emplearse cebos tóxicos a base de estricnina o anhídrido
arsénico, mezclados con avena machacada, trigo blando o alfalfa picada; no
obstante, la preparación de esos cebos puede ser peligrosa, dada su alta
toxicidad, por lo que no se dan mezclas de los mismos.
Resultaría difícil cuantificar las pérdidas ocasionadas por las malezas en un
cultivo de azafrán; si bien el clima mediterráneo es exuberante en cuanto a la
variedad de su flora, las especies y variedades de malas hierbas se reducen en
este cultivo debido a la escasez de agua que soporta habitualmente y a los
materiales propios de sus suelos, que limitan ostensiblemente la presencia de
especies.
Las pérdidas de los rendimientos de azafrán por este concepto pueden
representar, según zonas, climatología y cuidados culturales, desde un 5% a un
20% en campos no sometidos a escardas periódicas necesarias durante el ciclo de
cultivo.
Las malas hierbas no solamente reducen el rendimiento del cultivo, al cual
sustraen radiación solar, humedad y nutrientes; reducen asimismo la calidad del
producto y se constituyen al propio tiempo en huéspedes de enfermedades de la
planta al poseer algunas de estas hierbas adventicias, tubérculos y rizomas en
cierto modo afines al bulbo de azafrán.
No es de extrañar por ello que los agricultores dediquen a la erradicación y
control de malezas entre el 50 y el 60% del insumo de mano de obra.
El
control químico de vegetación adventicia en el azafrán puede llevarse a cabo por
medio de la aplicación de dos productos preferentemente:
1º.- Dicuat: un herbicida de contacto que se ha manifestado muy efectivo en el
control de malas hierbas de hojas estrecha; es inactivado por el suelo. Se
recomienda una dosis de 2-4 l/ha de producto comercial, según densidad y
desarrollo de la vegetación.
2º.- Paracuat: otro herbicida de contacto caracterizado por su efecto de choque,
cuya única precaución consiste en no rociar la vegetación adventicia cuando ésta
se halle mojada por efecto de agua o rocío. Se aplica en post – emergencia de
las malas hierbas en dosis de 2-4 l/ha de producto comercial.
Las fechas más recomendables para la aplicación de estos herbicidas son de junio
a agosto, cuando el azafrán se encuentra en período de reposo vegetativo,
procurando no llevar a cabo la operación en días excesivamente calurosos.
Viene efectuándose a partir de mediados de
octubre, aunque depende del clima, ya que debido a humedades y temperaturas
durante esas épocas, puede adelantarse o retrasarse.
El
azafranal puede presentar una intensa floración, a lo que se llama días de
“manto”, y que dura unos dos a seis días, empezando a disminuir sucesivamente
hasta terminar dichoperíodo de
floración. Normalmente, la floración de un azafranal puede durar veinte días.
La
recogida hay que hacerla diariamente, antes de que el sol caliente; por tanto,
en las primeras horas de la mañana, con lo que se evitará el que las flores se
marchiten, ya que dificultará su recolección y monda.
Durante los días de “manto” es conveniente seguir la recolección aun después de
la hora normal, ya que la flor será retirada del terreno totalmente, pues si se
dejara se abriría mucho, con lo que se dificulta más su recogida. En días
nublados favorables para la brotación de la rosa se puede prolongar también
dicha recogida hasta que el sol caliente algo la atmósfera.
Para recoger la rosa, se hará una por una y por debajo de la inserción de los
estigmas, empleando la uña del dedo pulgar apoyado sobre el índice. Una vez
cortadas se echarán en cestas de esparto o mimbre, tratando de que las flores se
compriman lo menos posible. Trasladada la flora a la casa o almacén, se
procederá a su monda, o en caso de retrasarse unas horas, nunca se amontonarán
las flores, pues se calentarían y perderían calidad, lo que perjudicaría al
azafrán. La flor puede extenderse en capas, no muy gruesas, sobre sacos, lonas o
suelo firme.
Se
le conoce también con el nombre de “desbrizne”, “desguince”, etc., en distintas
regiones, consistiendo en la separación de los estigmas del resto de la flor.
Para ello se coge la rosa con la mano izquierda, y con la uña de su dedo pulgar
se corta el “tubo” o “rabillo” de la misma por debajo de la inserción de los
estigmas, cogiendo éstos con los dedos de la mano derecha.
No
se cortarán los estigmas demasiado altos, ya que se separarían los tres, ni
demasiado bajos, porque quedaría unido a ellos una parte que afea el azafrán
(llamados “pajitos” y que son amarillos), sin que, por otra parte, aumente el
peso del mismo.
Para esta operación los estigmas sacados se colocarán, en capas de unos dos
centímetros, en cedazos de tela metálica fina o tela de seda, poniéndolo sobre
una estufa caliente, braseros, brasas de fuego o rústicos fuegos caseros.
El calor será suave, para que el azafrán no pierda su aroma y quede bien seco.
La temperatura será de unos 35 ºC, de forma que los estigmas se tuesten pero no
se quemen ni se disgreguen. Esta es otra de las premisas esenciales para una
buena comercialización del azafrán, que los estigmas se hallen unidos; ello
reduce al mismo tiempo las posibilidades para la falsificación del producto.
El punto óptimo de tueste el aquel en que los estigmas, sin quemarse, hayan
perdido del 85 al 95% de humedad. La apreciación de este hecho es competencia de
la persona encargada de la operación, que con su experiencia es la que decide el
momento exacto en que estas condiciones se han conseguido.
Los signos externos más significativos se evidencian en el tamaño de los
estigmas, que una vez tostados quedan reducidos a unos 2 cm de longitud; en el
color que éstos adquieren, que de un rojo vivo e intenso pasan a un color rojo
oscuro y opaco; en un aroma muy característico y en la ausencia total de humo.
Una vez seco queda reducido su peso en cuatro quintas partes, aproximadamente,
por lo que cinco kilos de azafrán verde dan uno de tostado.
En cada gramo de azafrán seco entran estigmas de nueve flores,
representando, como es consiguiente, cada onza 5.194 flores. Una mujer, por muy
experta que sea, no monda al día más que de dos a tres onzas, necesitando para
ello que pasen por sus manos de 12.000 a 15.000 flores. (J.A. López de la
Osa)
Son múltiples y variados los materiales y recipientes utilizados para la
conservación casera del azafrán.
Algunas personas envuelven el producto recién tostado en talegos o pequeños
saquitos de lana que guardan en cajas de madera o metal resistentes al óxido;
otras lo llevan a cabo en frascos de vidrio opaco, con tapones parafinados, o en
recipientes de barro: orzas, pequeñas tinajas, etc; hay quien envuelve el
azafrán en tela negra –el color tiene su importancia por aquello de la luz- y lo
conserva guardado durante años en arcones de madera o cajas forradas de cinc;
todo ello encaminado a un mismo fin: preservar el azafrán de los efectos de la
humedad y de la luz.
Estas representan las dos premisas fundamentales a observar para que el producto
no pierda sus cualidades durante el tiempo que dure su conservación, en
ocasiones traducida en muchos años, por lo cual resulta obligado que los
recipientes o envases, además de reunir buenas condiciones de aislamiento que
eviten la acción de esos dos elementos, sean colocados en lugares secos, en los
cuales la luz no incida de forma directa.
Es sabido que la humedad afecta de manera muy directa al aroma del azafrán, en
tanto que la luz actúa negativamente sobre el color del producto; dos cualidades
que, repetimos, resulta imprescindible conservar, no solamente con vistas a su
consumo, sino en orden a alcanzar la calidad requerida de acuerdo a unas normas
legales vigentes, en función de las cuales se establece la categoría y precio
del producto.
No
estará de más, puesto que de conservación tratamos, recordar las premisas
mínimas para una buena conservación de los bulbos de azafrán, como son:
almacenar éstos, una vez seleccionados y limpios los más sanos, sin manchas
violáceas ni heridas, en capas de 20 a 25 cm, en locales secos y aireados, con
temperatura aproximada entre 5 y 8 ºC y una humedad relativa del 65-75%.
La producción de un azafranal es muy
variable, pues como se indicó al hablar de suelo y clima, son diversas las
condiciones que influyen en su rendimiento final. No obstante, si conviene
aclarar que las mejores producciones suele darlas al segundo año de
implantación, seguido de la cosecha del tercer año.
A título orientativo se podría decir
que una hectárea de cultivo suministra alrededor de 15 kg de estigmas secos el
primer año, unos 30 kg el segundo y unos 20 kg el tercer año de vegetación. De
estas cantidades la esencia representa de 0,3 a 2% del peso de estigmas. Las
hojas secas de 500 a 700 kg/ha. Los bulbos de 10000 a 12000 kg/ha. La mano de
obra precisa para la recolección de flores y separación de los estigmas se
estima en unas 20 personas, durante unos dos meses.
Como es de suponer estos rendimientos son mayores en regadío que en secano,
pudiéndose duplicara y hasta triplicar la cosecha según las zonas productoras.
La evolución del precio del azafrán percibido por el agricultor, salvo los
últimos años, que muestran una tendencia regresiva, ha mostrado una evolución
continua al alza. Así a título informativo decir que en la década de 1930 al
precio era de 168 ptas/kg, en 1940 de 340 ptas/kg, así incrementándose
sucesivamente año tras años hasta alcanzar valores record de 83.260 ptas/kg en
la década de los 80, con incrementos de hasta el 720 % sobre el precio de la
década anterior. De este modo en el transcurso de medio siglo, comprendido entre
1930 y 1980 el precio del azafrán ha experimentado un aumento de 495 veces su
valor inicial. El precio más elevado lo alcanzó en 1978 y 1979, años en que se
pagó al agricultor a 98.700 ptas/kg y 92.176 ptas/kg respectivamente.
El
valor de las exportaciones de azafrán en el año 1985, de acuerdo a los datos del
MAPA ascendió a 2.392.445.000 ptas, ocupando, después del pimentón, el capítulo
más importante del epígrafe: café, té, yerba mate y especias.
La
planta de azafrán se halla constituida químicamente por una serie de sustancias
activas y elementos biogenéticos indispensables para la vida del vegetal, los
cuales, una vez cumplida su función en el metabolismo de la planta, desempeñan
otra misión de suma importancia, cual es aquella de ejercer su acción en el
organismo humano.
Las sustancia activas presentes en el vegetal pueden ser utilizadas con los
mismos fines bajo dos formas de actuación:
1º.- como medicamento administrado por la medicina legal, después de haber sido
sometidas las sustancias a laboriosos y complejos procesos de síntesis y
reacciones químicas.
2º.- como remedio natural. Las sustancias no se hallan por lo general en estado
puro en la planta, por cuyo motivo ejercen un efecto beneficioso sobre el
organismo al hallarse desprovistas de compuestos habitualmente adicionados a
ella durante el proceso de síntesis químicas. Es lo se define como fitoterapia
(medicina natural).
El
azafrán contiene una materia colorante llamada crocina, de naturaleza
glucosídica, que se hidroliza por acción ácida dando crocetina y glucosa.
También contiene aceite esencial; un glúcido amargo, picrocrocina; un glucósido
complejo, picrocrocetina; grasas, mucílagos, cera, materias minerales, azúcar,
proteínas, etc.
La
esencia es un líquido incoloro, que confiere a la droga el olor característico.
Su principal componente es el safranal. Según autores (Alonso et al,
1996), el safranal constituye hasta el 72% de la fracción volátil.
El
azafrán contiene igualmente riboflavina (vitamina B) sustancia conocida
originariamente como lactoflavina.
Se
encuentran también ciertos terpenos, hidrocarburos cuya mezcla con sus derivados
proporciona la mayoría de los aceites esenciales presentes en la planta, en una
proporción que oscila del 8 al 13%.
También contiene almidón, sustancia hidrocarbonada, insoluble en agua fría, que
pose la propiedad de formar engrudos al entrar en contacto con el agua caliente.
La
safranina y el cíñelo se hallan también presentes en la droga.
El
azafrán contiene, según diversos autores, un 10-12% de agua y un 6-9% de
cenizas.
Las investigaciones actuales continúan desgranando los secretos del azafrán y
aún se siguen descubriendo nuevos precursores glicosídicos del aroma (Straubinger
et al, 1998; Straubinger et al, 1997).
En
tanto que planta medicinal se atribuyen al azafrán propiedades terapéuticas muy
variadas, si bien el empleo actual en este campo es prácticamente nulo si
exceptuamos la homeopatía, en cuya disciplina continúa administrándose para
combatir la tos con expectoración, en menstruaciones de la mujer con coágulos y
en algunas otras dolencias esporádicamente.
Entre las cualidades que se confieren a la droga pueden citarse: tónico:
estimula el apetito; eupéctico: favorece la digestión; sedante: combate la tos y
la bronquitis; mitiga los cólicos y el insomnio, calma el desasosiego infantil
en los problemas de la dentición frotando las encías con infusión; buen
coadyuvante de los partos difíciles, contribuye a remediar numerosos desarreglos
de los ovarios; carminativo: favorece la expulsión de gases acumulados en el
tubo digestivo; antiespasmódico, etc. Ingerido en dosis excesivas es abortivo.
Hipócrates, considerado padre de la medicina, confería a las plantas cuatro
caracteres básicos: calor, frío, humedad y sequedad. Según esa doctrina el
azafrán poseía calor en segundo grado y sequedad en el primero, y mezclado con
adormidera y aceite de rosas eliminaba las cefaleas.
Al
margen de sus cualidad medicinales el azafrán posee otras posibilidades con
aplicaciones diversas.
La
crocina es empleada como colorante en la industria cosmética y alimentaria.
Debido al elevado precio del producto ha dejado de utilizarse en la industria
textil y tintórea, así como en otras actividades. Los logros de la química han
contribuido a prescindir del azafrán reduciendo su empleo, relegándolo a la
industria alimentaria y al uso doméstico. La safranina, un compuesto aromático
empleado igualmente como colorante, tiene aún, según referencias, alguna
aplicación en bioquímica y microbiología.
Es en el campo de la industria alimentaria donde en la actualidad resulta
más pródigo su empleo. La industria láctea continúa haciendo uso del azafrán
para dar color a quesos y mantequillas. La industria repostera de calidad lo
aplica como colorante, aromatizante y para dar sabor. Pero donde el producto
alcanza su máximo exponente es en la preparación de platos de cocina empleado
como especia: asados de carne, pescados, sopas, mariscos, etc y sobre todo
arroz, hasta el punto de que no se concibe una paella sin la presencia de
azafrán, bien que en muchos países es suplantado por sucedáneos.
Según Abdullaev (1997), el azafrán también posee propiedades antitumorales lo
que le confieren un futuro prometedor como alternativa a algunos tratamientos
químicos de elevada agresividad que se utilizan para luchar contra determinados
cánceres.
Libro Blanco del Sector Europeo del Azafrán
Una referencia para el sector europeo del azafrán
El libro Blanco del azafrán recoge los resultados del proyecto INTERREG III C y
marca un horizonte para el sector europeo del azafrán en los próximos años.
El Libro Blanco muestra la situación actual del sector del azafrán en España,
Grecia e Italia y analiza en detalle los puntos fuertes y débiles. Asímismo,
propone un plan estratégico que recoge un conjunto de líneas de actuación
relativas a seis ejes prioritarios:
- Estructuras e infraestructuras de la producción agrícola
- Industria agroalimentaria
- Diferenciación de productos
- Calidad y seguridad alimentaria
- Investigación, información y transferencia de tecnología
- Comercialización y usos
EVOLUCIÓN DE
SUPERFICIES
Y
PRODUCCIONES EN INDUSTRIALES
Datos 1997, 1998 y 1999 .
Fuente: Secciones Provinciales de Estudios y Anuario M.A.P.A.
AZAFRAN
(ESTIGMAS TOSTADOS) (ESTIGMAS TOSTADOS)
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
Media
83-99
Albacete
Sup. Has.
1.820
1.750
1.419
1.100
1.000
916
808
570
526
356
1.384
Prod. kg.
8.645
12.640
6.257
9.600
6.850
5.313
4.184
5.240
4.562
3.107
9.012
Ciudad Real
Sup. Has.
294
250
145
132
36
19
23
17
15
13
206
Prod. kg.
2.794
2.070
1.140
912
250
100
167
84
111
65
1.895
Cuenca
Sup. Has.
259
246
231
124
129
68
67
62
51
61
219
Prod. kg.
1.349
1.278
980
644
1.173
286
343
382
316
381
1.081
Guadalajara
Sup. Has.
Prod. kg.
Toledo
Sup. Has.
454
309
254
218
100
61
46
54
121
141
305
Prod. kg.
3.358
2.600
1.937
1.608
350
246
445
691
1.719
2.052
2.427
C.La Mancha
Sup. Has.
2.827
2.555
2.049
1.574
1.265
1.064
944
703
713
571
2.114
Prod. kg.
16.146
18.588
10.314
12.764
8.623
4.816
5.139
6.397
6.708
5.605
14.349
España
Sup. Has.
3.696
3.298
2.582
1.878
1.406
1.163
1.020
841
2.979
Prod. kg.
21.789
23.654
13.500
14.642
9.431
6.365
5.541
6.961
20.180
% C.L.M./Esp.
Sup. Has.
76,49
77,47
79,36
83,81
89,97
91,49
92,55
83,59
71%
Prod. kg.
74,10
78,58
76,40
87,17
91,43
75,66
92,74
91,90
71%
FuenteMinisterio de Agricultura,
Pesca y Alimentación 2006
AÑO 2007. El Gobierno
regional de Castilla La
Mancha trata de recuperar e
incentivar el cultivo de un
producto tradicional como es
el azafrán, cuyo cultivo y
producción se ha reducido
drásticamente en los últimos
diez años.
En 1990
este cultivo alcanzaba las
1.820 hectáreas sólo en la
provincia de Albacete, con
una producción de 8.645
kilogramos de azafrán ya
tostado, lo que es la
especia propiamente dicho.
En el año
1999, cuando se creó la
Denominación de Origen La
Mancha, la superficie
cultivada se redujo hasta
las 356 hectáreas, mientras
que la producción descendió
hasta los 3.107 kilos. Las
cifras del año pasado fueron
demasiado alarmantes ya que
tan sólo quedan 37 hectáreas
de cultivo en la provincia
de Albacete (con un descenso
del 98% en la última década)
con una producción que
apenas alcanza los 500 kilos
(94% menos).
Por este
motivo el Gobierno regional
ha decidido incentivar la
producción de azafrán con
Denominación de Origen con
una orden mediante la que se
conceden ayudas al cultivo
del azafrán de 1.200 a 1.800
euros por hectárea, en
función de la superficie
cultivada, con un máximo de
3.000 euros por explotación.
Para todo este programa el
Gobierno regional ha
reservado una partida
presupuestaria de 150.000
euros. El plazo de
presentación de solicitudes
concluye el próximo 30 de
noviembre. Uno de los
principales causantes de la
caída de la producción y de
la superficie cultivada en
España, y en Castilla-La
Mancha como la mayor
productora del país, es la
fuerte competencia de
azafranes originarios de
otros países como Irán,
Irak, Grecia o Turquía.
Existen
grandes diferencias entre el
azafrán de La Mancha al del
resto del mundo, «ya que
tenemos sin lugar a dudas el
mejor azafrán del mundo». El
azafrán de la región es el
mejor del mundo debido al
proceso tradicional de monda
y de tueste de manera
natural, que hace que con el
estigma del azafrán no se
mezclen otras partes de la
flor, como ocurre con los
azafranes del resto del
mundo. «Este proceso de
cultivo, monda y elaboración
hace que nuestro azafrán
tenga un poder colorante y
aromático por encima de
cualquier otro azafrán del
mundo, por lo menos en un 40
o 50%».
Las
condiciones climáticas de la
región también acompañan
para que el azafrán de
Castilla-La Mancha sea el
mejor del mundo.
Todos
estos factores hacen que el
azafrán de Castilla-La
Mancha tenga un precio muy
superior al del resto del
mundo, lo que hace que le
sea muy difícil competir con
el resto. Concretamente, el
azafrán de la región puede
alcanzar un precio de 1.100
o 1.200 euros por kilogramo,
mientras que el iraní puede
alcanzar un máximo de 360
euros por kilo.
Se
destaca el papel que ha
jugado la creación de la
Denominación de Origen La
Mancha para el azafrán, «ya
que refuerza los parámetros
de calidad que no tienen el
resto de azafranes del
mundo, e implica un lugar y
unos parámetros de
elaboración de este
producto».
Por su
parte, el presidente del
Consejo Regulador de la D.O.,
Antonio García, explica que
el 90 por ciento de la
producción de azafrán de La
Mancha se exporta a países
como Alemania o Estados
Unidos, «que reconocen la
calidad superior de nuestro
azafrán». Antonio García
explica que en la región se
producen unos 3.000 kilos al
año, cerca del 40% en
Toledo, que es la mayor
productora. En la región hay
320 hectáreas de superficie.
El
presidente de la D.O.
explicó que aunque el
cultivo de azafrán se ha ido
perdiendo en los últimos
años, ahora se está
recuperando otra vez.
Antonio García explicó que
se han detectado algunos
casos de azafrán iraní que
se vendía como español,
casos que se han llevado
ante la comisión del fraude
de la región
El azafrán es una de las especias más apreciadas y buscadas a lo
largo de la historia. Castilla-La Mancha concentra hoy casi toda la
producción española de este bulbo y, por ello, en esta comunidad se
ubicará el Banco Mundial del Azafrán, que reunirá todas las
variedades genéticas de este cultivo repartidas por todo el mundo.
Sus objetivos serán recolectar, mantener, conservar y utilizar los
recursos genéticos del azafrán para evitar su desaparición e
incrementar su calidad.
El Banco Mundial de Recursos
Genéticos del Azafrán y Especies Afines estará
situado en el Centro de Investigación Agraria de
Albaladejito, en las cercanías de la ciudad de
Cuenca. Enmarcado en el proyecto europeo "Crocusbank",
la Comisión Europea se ha comprometido a
invertir en él algo más de dos millones y medio
de euros para que universidades y empresas de
seis países de Europa -España, Italia, Grecia,
Francia, Hungría y Reino Unido- y tres de
Oriente -Turquía, Egipto y Azerbaiyán-
investiguen en torno a una de las especias más
caras del mundo.
Científicos de estos países
han acordado que España albergue este banco
genético dada la importancia del cultivo del
azafrán en nuestro país a pesar de que en los
últimos años ha sufrido una fuerte crisis: el
pasado año se recolectaron 800 kilos en 77
hectáreas, frente a los 2.800 recogidos en el
año 2003 en 238 hectáreas cultivadas.
"Este Banco Mundial pretende
preservar la pérdida de diversidad genética que
el azafrán está sufriendo a escala mundial a
excepción de países como Irán o India", explica
José Antonio Fernández, el catedrático de la
Universidad de Castilla-La Mancha que coordinará
el proyecto.
Su elevado precio -un envase
de dos gramos cuesta algo más de siete euros- ha
llevado a algunos empresarios sin escrúpulos a
importar azafrán iraní para venderlo después
como manchego, un engaño que el Consejo
Regulador de la Denominación Azafrán de La
Mancha, con sede en Camuñas (Toledo), trata de
perseguir desde hace años a través de campañas
de inspección en los comercios en colaboración
con la Junta de Castilla-La Mancha.
El Azafrán de La Mancha con
Denominación de Origenserá siempre azafrán de la cosecha,
ya que con los años pierde calidad, y se presentará al consumidor
únicamente en hebra, nunca molido. Las hebras serán flexibles y
resistentes con los estigmas de color rojo vivo brillante
Organolépticamente se caracteriza por ser muy
aromático y por la ausencia de sabor astringente.
El proceso de elaboración, que consiste en el
desecado mediante tostado a fuego lento en lugar de secado al sol
parece ser el responsable de que el producto tenga una mejor
presencia, un intenso aroma, mayor contenido en safranal y
poder colorante.
Estas características físicas, químicas y
organolépticas son el resultado del medio natural, de las
condiciones de cultivo y del proceso de elaboración típicos de estas
tierras manchegas.
El Servicio de Certificación de la
Fundación Consejo Regulador de la Denominación de Origen "Azafrán de
La Mancha" es la estructura de control que garantiza el
origen del producto, y que éste ha sido producido según los
requisitos establecidos en el Pliego de Condiciones y en la
Especificación Técnica de Calidad. Su Funcionamiento se rige por la
Norma EN- 45011 "Criterios Generales relativos a los
Organismos de Certificación que realizan la Certificación de
Producto".
El Servicio de Certificación, mediante su
Sistema, establece los requisitos que deben cumplir
los suministradores de azafrán (productores o envasadores) que estén
interesados en ofrecer azafrán de la Denominación de Origen Azafrán
de La Mancha, así como el procedimiento de certificación que
garantice que el suministrador es capaz de controlar el proceso de
producción y la calidad del azafrán producido y envasado así como su
procedencia (en el caso de envasadores), con objeto de que las
certificaciones concedidas de acuerdo con este sistema sean
plenamente válidas y aceptables, tanto a nivel local, como nacional
e incluso internacional.
El Organismo de Control tiene establecido un plan de vigilancia que
abarcará todas las etapas de la vida comercial del producto y que
incluye inspecciones periódicas de las instalaciones y la toma de
muestras del mercado para su análisis. En el caso de que se detecten
productos de calidad inferior a la establecida, se adoptaran las
medidas oportunas, entre las que se incluye la suspensión y retirada
definitiva de la certificación, obligándose al expedidor a retirar
del mercado los lotes de productos defectuosos.
MARCA DE CONFORMIDAD DE LA DENOMINACIÓN DE ORIGEN
AZAFRÁN DE LA MANCHA
Una contraetiqueta numerada expedida por el Organismo de Control
garantizará que los azafranes que ostentan la denominación cumplen
los requisitos establecidos en el Pliego de Condiciones de la
Fundación
TODOS LOS ENLACES QUE APUNTAN A ÁLBUMES ALOJADOS EN PICASA HAN
DEJADO DE FUNCIONAR,
HAN DECIDIDO UNILATERALMENTE NO DAR ESTE SERVICIO,
CON QUE TARDARÉ BASTANTE TIEMPO EN ALOJAR LAS FOTOGRAFÍAS EN FLICKR
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